Change_everything: Occidente y Oriente, el cisma de un pensamiento

lunes, 7 de febrero de 2011

Occidente y Oriente, el cisma de un pensamiento

Andrés Jurado

estudiante licenciatura en economía CIDE


Quizá esté equivocado, pero entiendo la historia general del pensamiento del hombre de la manera siguiente. Al principio de nuestra reciente historia éste trataba un mundo que no podía comprender plenamente. A través de milenios, tecnologías nuevas aparecieron y posibilitaron los asentamientos permanentes. Para entonces, e incluso desde tiempos anteriores, existían dioses naturales que gobernaban la vida, la cosecha y la lluvia. En Grecia surgirían grandes filósofos y sistemas de pensamiento especulativo. La época de éstos coincide aproximadamente con el surgimiento de las tres grandes religiones dhármicas. Occidente, entonces, se separa de Oriente* en cuanto a filosofía. Este proceso queda constatado en la figura de Aristóteles, pero sobretodo en Heráclito y Parménides. Sus ideas más importantes, cercanas a las posturas dhármicas, sucumben en Occidente frente a Sócrates y, más tarde, frente al cristianismo.
Aristóteles creía en la posibilidad de vidas pasadas y en la reencarnación, postura típicamente budista y que comparten otras religiones que provienen del brahamanismo. Por su parte, Heráclito habla de un logos que gobierna todo y que es inconmensurable al alma. Los hombres viven como si sus pensamientos fueran particulares. La parte humana del hombre no comprende el logos, pero la divina sí. Todo es un devenir, todo cambia. Para el budismo, la prueba de que existimos yace en tres aspectos, entre ellos el cambio que hace impermanente; aquello que surge, cesa: ésa es la ley fundamental. La sola comprensión de ésta es suficiente para ser un Arahanta, un sabio. Sin embargo, el acceder a este conocimiento trasciende la comprensión intelectual y solamente puede ser apreciado por la naturaleza búdica. Siddharta Gautama rompió los hilos que entretejían su mente, sentado debajo del árbol Bodhi, y fue entonces que comprendió. El Zen dice que la mente que vive en una dualidad de objeto-sujeto es una mente falsa. Una mente en paz es una no-mente y una mente iluminada es una no no-mente. Es aquí donde existe una diferencia aparentemente abismal con Occidente. Todos y cada uno de su filósofos, incluido Nietzsche, han tratado objetos en sus especulaciones; incluso la introspección más absoluta constituye un objeto, porque existe un sujeto que la experimenta. Los filósofos en esta civilización deben tanto a los griegos y, sin embargo, ninguno ha comprendido el vacío.
Por otra parte, Parménides quizá haya asimilado una de las enseñanzas más profundas del budismo, la armonía (el camino medio). Él escribe (y aquí existe campo para la especulación) que el ser es y no es. Siddharta Gautama es conocido por haberse negado a contestar 14 preguntas que le hicieron sus discípulos. Éstas tenían que ver con absolutos: existir en contraposición con no existir, por ejemplo. Pero la existencia es condicional en el budismo. El hombre es mente, cuerpo y aliento. Un muerto no respira, así que la vida es condicional a la respiración. La existencia es condicional y surge, y por tanto, cesa. La esencia de la visión occidental es clara en Sócrates quien reta a responder como puede existir el error, si no es.
La ley que gobierna todo y la dualidad del ser han marcado milenios de pensamiento. El logos de Heráclito tiene un parecido a Kamma para las tres religiones dhármicas, excepto que, cuando menos en el budismo, trasciende el plano deísta. Más tarde, las leyes divinas que gobiernan todo se transforman en dioses y, posteriormente, en ciencia. Por otra parte, la existencia ha llevado a todo filósofo occidental a asumir una postura pública o privada al respecto, incluyendo la posibilidad de estar al margen del debate. Todo ello, yace en la dualidad ser-no ser y en la dualidad yo-mundo. El mundo que occidente ha creado trata el individuo sobre todo. Éste es la razón de que existan derechos individuales y es la fuerza motriz que dirige los esfuerzos de las personas. Es un concepto tan antiguo y tan inextricablemente unido a la psique que una persona puede vivir y morir sin conocer los confines que el yo le impone. El abismo con Oriente radica en dos aspectos. En primer lugar, no existe esa dualidad o se trabaja para superarla (eso es la iluminación); en segundo lugar, ese conocimiento trasciende la comprensión individual y especulativa y es una experiencia íntima.


*Por Oriente entiendo aquellas culturas con religiones dhármicas o que han recibido una marcada influencia de ellas. 

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